FACULTAD DE CIENCIAS
MÉDICAS Y DE LA SALUD
ESCUELA DE FISIOTERAPIA
CURSO: COMUNICACIÓN
ORAL Y ESCRITA
DOCENTE: M.A. DONALDO
VASQUEZ ZAMORA
PRIMER CICLO, PRIMER
SEMESTRE, 11 DE MARZO DEL 2013
TEMA: EL ENSAYO
“El Viejo y el Mar”:
LA CREATIVIDAD DE
EXITO
Por:
Gabriela Alejandra Garcia Bayer
La historia se desarrolla en La Habana,
Cuba y cuenta que un viejo hombre de mar “Santiago” quien vivía solo ya hacía
muchos años, quien no tenía mucha suerte en su pesca.
Su amada esposa había muerto años atrás. En
el pueblo al hablar de él se referían a El Viejo, en lugar de su nombre. A su
avanzada edad, ya no era tan exitoso en su pesca como en otros tiempos. A su
lado, un niño “Manolo” el cual el viejo había hecho pescador desde muy joven.
La seguidilla de fracasos de Santiago ya se
extendía a 84 días y era tan mala su reputación como pescador que los padres
del niño le prohibieron seguir pescando con él, luego de los primeros 40 días
sin frutos con el viejo. Manolo, estuvo siempre con Santiago, como apoyo moral
y llevándole alimentos. El lazo entre ellos dos era muy fuerte, ya que
compartían aventuras de pescas exitosas en el pasado.
En el día 85, Santiago pensó que su mala
racha tendría que terminar y aunque manolo quería viajar con él, ni los padres
del niño ni el viejo lo permitirían. Entonces Santiago se lanza a la mar muy
temprano como todos los días, cansado, con hambre y sin tantas fuerzas como en
sus mejores tiempos en busca de una mejor suerte, en contraste del resto de los
pobladores pescadores que salían con mejor racha. Ya en el mar, Santiago hacía
lo de costumbre, preparar la carnada, hablar solo, pues, no estaba acompañado y
desde muy joven había aprendido a hablar de esta manera y en silencio.
Al no tener compañía, estaba convencido que
a nadie importunaría, por lo que hablar solo era más fácil. En un instante del
medio día, un pez picó en la carnada y Santiago tomó con prisa el hilo para
esperar el momento oportuno de la captura. Esperó con la paciencia de los
pescadores más experimentados y en el momento preciso, tiró del hilo para
provocarle una herida mortal al pez. Para su sorpresa, este pez no tenía
intenciones de rendirse fácilmente y en lugar de facilitarle su trabajo, inició
una batalla por la vida tirando del hilo. Santiago sintió que este esfuerzo no
era usual, pero urgido de una victoria se hizo jurar a si mismo que lo
perseguiría más allá de cualquier frontera, más lejos de donde cualquiera
hubiese llegado jamás. Pasaron las horas y Santiago no tenía la menor idea de
lo que enfrentaba, lo único que sabía era que se alejaba cada vez más de la
costa mientras que aquel pez tiraba del hilo.
Caería la noche y Santiago no tendría la
dicha de saber quién era su rival al que, conforme pasó el tiempo, respetaría
su gallardía. En medio de la oscuridad, Santiago empezó a sentir miedo y
recurrió a sus recuerdos más valiosos, sus victorias, su mujer, el pequeño
manolo al que extrañó y sintió que debió estar con él para ayudarle, pero
enseguida desechó esa idea pues, al final de cuentas sabía que estaba solo.
Pero el miedo se acrecentó a tal punto que Santiago, quien no era hombre muy
religioso, hiciera promesas al Creador recitando 10 Padre Nuestros y 10 Ave
Marías. La tensión creció mucho más y entonces prometió 100 Padre Nuestros y
100 Ave Marías, solamente que los recitaría a la vuelta del viaje en vista que
estaba muy agotado como para recitarlas.
No contaba con alimentos a bordo, en su
lugar tenía una botella de agua y el pescado rancio que usaba como carnada, que
al final serviría de alimento para él mismo. Una pequeña ave se aproximó a la
embarcación y él se pudo percatar del cansancio que tenía. No sabía con certeza
cuanto tiempo había estado volando pero enseguida se enteró que estaba pasando
muchos problemas aquella ave. Santiago le dijo que descansara en su bote un rato,
pero que tenía que luchar por su propia cuenta si quería llegar con vida a su
destino y dicho esto, sintió un fuerte tirón del hilo y el ave se marchó
inmediatamente.
Por fin el pez se dejó observar y entonces
Santiago pudo contemplar su tamaño y belleza, un pez espada enorme. Santiago
apreció su belleza pero estaba convencido que tenía que matarlo. La lucha
duraría 3 días y al final Santiago se quedaría con la victoria, disfrutó el
momento y constantemente lo miraba para estar seguro que era real su tamaño. No
lo pudo subir a su embarcación debido a sus dimensiones y camino a casa, los
tiburones le dieron mordiscos por todas partes. Santiago no se rindió y en
lugar de aceptarlo, los hirió y mató con su arpón hasta antes de perderlo en
las aguas, de igual manera utilizó un cuchillo y por último la caña del timón.
A pesar de la valentía de Santiago, no pudo hacer nada para evitar que los
tiburones se quedaran con su premio.
Santiago entonces sintió una vez más la
derrota y empezó a hablar con el pescado ya desecho, pero en su debilidad
reconoció la valentía de ambos en aquella batalla que libraron y se hacía
preguntas tales como cuántos tiburones debió matar el pez espada en vida ya que
por su tamaño era casi un hecho que debieron ser muchos y Santiago por su parte
con el arpón y su cuchillo. Llego durante la oscuridad a puerto sin recompensa,
con un montón de espinas de pescado atadas a su bote y con la moral por el
suelo, casi arrastrándose llegó a su humilde morada y se acostó a dormir. Por
la mañana, el pequeño Manolo fue a la casa de Santiago como todos los días
durante su ausencia y rápidamente se percató del sufrimiento que padeció al ver
sus manos y al verlo en esa condición no pudo evitar llorar. Ya adentrado el
día Santiago fue por algo de comida para el viejo en el pequeño restaurante de
la localidad en donde el dueño del local le envió con Manolo sus pesares al
viejo de lo que le había pasado, no sin antes reconocer que el pez debió ser
enorme. Los pobladores estaban asombrados con el tamaño inusual del pez espada
que enfrentó Santiago y se acercaron a tomar algo de este.
Unos turistas que vieron los restos se
preguntaban qué clase de pez pudo ser aquel y uno de los pobladores incautos
les respondió que un tiburón, luego se admiró una dama turista y exclamó “no
sabía que los tiburones tenían una cola tan preciosa”.
Manolo visitó al viejo y le dio los ánimos
de siempre sólo que esta vez le hizo la promesa que a partir de ese día
pescaría junto a él sin importar que dijeran sus padres pues a su juicio, ya
era un hombre.
Análisis
“Santiago” puede representar nuestras propias historias, creemos a veces que sabemos todo o que nuestra experiencia es suficiente para vencer casi cualquier obstáculo que se nos presenta. “Santiago” un hombre de avanzada edad, aguerrido, que no admite la derrota se enfrasca en una pesca que a la postre se convertiría en su más dura batalla contra un pez, está desesperado por obtener una victoria a cualquier precio de manera que lo lleva a poner en riesgo su propia vida con tal de no saborear una vez más el trago amargo de la derrota. Lo cual es el reto mayor que comúnmente vivimos, en el día con día. Constantemente se ve envuelto en este continuo fracaso, y para ello recurre a sus recuerdos, triunfos del pasado, personas que le animan a seguir luchando, orgullo que le será de mucha ayuda para lograr su meta “matar al pez”.
“Santiago” puede representar nuestras propias historias, creemos a veces que sabemos todo o que nuestra experiencia es suficiente para vencer casi cualquier obstáculo que se nos presenta. “Santiago” un hombre de avanzada edad, aguerrido, que no admite la derrota se enfrasca en una pesca que a la postre se convertiría en su más dura batalla contra un pez, está desesperado por obtener una victoria a cualquier precio de manera que lo lleva a poner en riesgo su propia vida con tal de no saborear una vez más el trago amargo de la derrota. Lo cual es el reto mayor que comúnmente vivimos, en el día con día. Constantemente se ve envuelto en este continuo fracaso, y para ello recurre a sus recuerdos, triunfos del pasado, personas que le animan a seguir luchando, orgullo que le será de mucha ayuda para lograr su meta “matar al pez”.
Cuando se está sólo, la conciencia es
nuestra única consejera y en el caso de Santiago, esta le hizo saber que
pagaría un precio por alejarse tanto de la costa en busca de aquel preciado
pez.
Es nuestro caso de la misma forma, no
podemos esperanzarnos en lo que no tenemos o no hicimos, al contrario, como
“Santiago” debemos olvidar nuestros pesares y enfrentar el problema con las
herramientas que contamos. Quizás el momento cumbre de humildad en Santiago es
cuando se ve obligado a reconocer que por sus propias fuerzas no será
suficiente para atrapar al pez y decide realizar plegarias al Creador, tal y
como lo hacemos nosotros cuando los problemas en nuestra vida parecieran no
tener solución.
Cuando por fin atrapa al pez siente el
sabor de la victoria, le hace olvidar todo el suplicio que ha tenido que
atravesar para llegar a tal punto. Luego, los tiburones le hacen recordar que
está muy lejos de la costa y que para poder llevar su premio a casa tendrá que
pelear ferozmente con ellos Aquí es donde cada uno de nosotros debe medir la
relación causa-efecto de nuestras acciones ¿qué estamos dispuestos a pagar por
algo que añoramos?
Como individuos, se nos presentan a lo
largo de nuestras vidas grandes desafíos que van ligados a otros que no somos
capaces de ver, hasta que los tenemos en frente y es entonces cuando entra en
juego la motivación para no permitir que un imprevisto de tal índole nos aleje
de nuestro curso.
Siempre aunque no hayamos logrado a
cabalidad el objetivo, es decir, obtengamos un nuevo fracaso, no significa que
todo se ha perdido ya que algo de seguro ganamos en este tropiezo, porque así
como Santiago recuperó el respeto que había perdido en el pueblo en sus
constantes desaciertos, nosotros ganamos experiencia en el camino al éxito.